Una visita al dentista que cambió la vida: no dudes en hacerlo

Nunca sabes cómo y cuándo puede cambiar tu vida. De ahí que haya que aprovechar cada momento al máximo. Es el famoso carpe diem. Yo soy partidario de ello, aunque tampoco hay que pasarse porque luego nos venimos arriba y no sabemos dónde meternos. Lo que sí tengo claro es que si quieres algo cambie en tu vida, tienes que  hacer algo para cambiarlo. Es algo que parece simple, pero que no mucha gente entiende. Hay algunos que se quedan quietos en su sillón esperando a que el destino cambie su vida, sin hacer nada.

Pues bien, yo os quiero contar mi historia personal. No tengo problemas en desnudarme y contaros que mi vida cambió con una visita al dentista. Así de fácil. Nunca sabemos, como os decía al principio, dónde puede estar la chispa que encienda nuestra vida, en este caso para mejor. Os cuento.

Mi nombres es Nacho, y soy un hombre de mediana edad que nunca había hecho caso a la higiene. En este caso, a la bucal, algo que ahora está muy mirado.  No tengo problemas en decir que mis dientes estaban amarillos, por culpa de lo mucho que fumaba. Tenía caries y mi aliento era como un escape de gas. Puede sonar duro, pero es la realidad. Y creo que lo primero que hay que hacer para atajar un problema, es reconocerlo. ¿Por qué? Pues quizás me agarraba a mi miedo al dentista para negarme a ir, pero supongo que detrás de todo esto también existía una falta de ilusión y de ganas de salir adelante porque tampoco estaba pasando por un buen momento personal ni laboral. Un día me miré al espejo, es algo que lo recomiendo, y me dije “Nacho, esto no puede seguir así”. La verdad es que no sé de dónde me vinieron las fuerzas, quizás de ver la cruda realidad. Una situación que me había llevado a no querer salir de casa, no tener trabajo e incluso evitar hablar con gente porque pensaba que siempre miraban y criticaban mi dentadura.

Fuera como fuera, decidí pedir cita para ir al dentista. Mi entrada en la clínica dental Maroto Vellón fue algo más que una visita al dentista. Fue una escapada a la liberad, a la esperanza, una entrada a una nueva vida. No niego que tuve nervios, incluso miedo. Pero rápidamente me relajé y me dejé llevar. El dentista me examinó y me explicó que necesitaba varios tratamientos para restaurar la salud de mi boca. La verdad es que no puse ninguna pega, sabía que lo había dejado mucho tiempo, y que era el momento de ponerse manos a la obra.

Y todo cambió

Durante las siguientes semanas, me sometí a diversas intervenciones dentales. Me hice limpiezas, tratamientos costosos, y finalmente, una serie de blanqueamientos que dejaron mis dientes relucientes. La verdad es que lo bueno de ir al dentista y someterte a estos tratamientos es que rápidamente ves los cambios. Y eso es lo que te anima a seguir. También tengo que agradecer a mi familia que siempre ha estado allí, y fueron muchos sus aplausos.

Pero lo más importante de todo, fue que gracias a mi nueva sonrisa, mi vida cambió. Eso que dicen que ganas en autoconfianza es verdad. Y no sé si por un golpe de suerte o de dientes, pero en una misma semana encontré trabajo y el amor de mi vida. Así como suena. Mi sonrisa renovada me abrió puertas y oportunidades que antes parecían inalcanzables. En concreto de una empresa de economía donde había mandado mi currículum en cientos de veces, y siempre era lo mismo. “No tenemos nada”

Y lo mejor de todo, fue que en esta primera visita que hice a la empresa que luego me contrató conocí a María, o como yo dije al principio, la chica de la puerta. Pues bien, esa chica de la puerta también me abrió las puertas de su corazón. Claro, ella ya me conoció con mi sonrisa blanca e inmaculada. Pensaba, pero nunca se lo he dicho, que estoy seguro de que si me hubiera conocido con mi dentadura podrida y amarilla, ni se hubiera fijado en mí. Bueno sí, para pensar algo malo de mí.

Al final, María resultó ser la mujer de mis sueños, y juntos hemos puesto en marcha una vida llena de amor. Yo siempre pienso en cómo ha cambiado mi vida, hasta el punto de que dejé incluso de fumar.  Y todo comenzó con esa visita al dentista que marcó un antes y un después en mi vida. Pero eso es algo, que nadie sabrá, solo nosotros. ¿Verdad?

 

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