La comida y yo, una relación que debe ser saludable

 Pocos son los placeres de la vida a los que tomos somos sucumbimos por igual. Realmente pocos. Cada uno con sus propias particularidades, gustos o necesidades, encuentra el placer en unas cosas u otras. Pero con la comida hemos topado y, en este caso, son muy pero que muy pocos, quienes no sucumben al placer que subyace bajo la necesidad. Exacto, comer es necesario, tanto como el respirar y el beber, pero eso no implica que no posea esa capacidad de proporcionar placer. No hay mucho que razonar o explicar al respecto pues es una realidad irrefutable. Todos tenemos un alimento que hace nuestras delicias y nos convierte en adictos, además de que una inmensísima mayoría, nos guste alegrar al paladar por el mero placer de hacerlo. Todo con moderación obviamente.

Alimentarse debe ser algo natural y saludable. No solo en términos nutricionales, también en términos de necesidad. Comer por comer no es sano, comer alimentos que nos hacen sentir bien pero nos sientan mal, no es saludable y dejar de comer, tampoco es saludable. Establecer una relación positiva con los alimentos es algo que a muchas personas, resulta difícil por no decir imposible. En estos casos, suele ser una buena idea acudir a psicólogos expertos en la materia como Patricia Sánchez Sainz de Aja, especializada entre otras ramas, en psicología de la alimentación. Esta nueva vertiente de la psicología, se adentra de lleno en la relación que las personas mantenemos con los alimentos en general. Los porqués de ciertas conductas alimentarias, la propensión a sucumbir a los trastornos de la alimentación y, por supuesto, la mejor manera de abordar estos problemas.

Aquí podemos hacer un cambio en el típico “somos lo que comemos” por un “nos sentimos como comemos o comemos como nos sentimos”. A fin de cuentas, a pesar de que muchos no lo crean así, las emociones influyen en nuestra alimentación y nuestra alimentación influye en nuestras emociones. De ahí que la psicología de la alimentación puede ayudar a mejorar nuestra relación con la comida y los alimentos. Porque nuestra relación con la comida, debe ser tan saludable como la que mantenemos con nosotros mismos.

Lo que la comida esconde

Es posible que te lo hayas planteado alguna vez. Es posible que no te lo hayas planteado en la vida y ahora, te suene igualmente a soberana tontería. Sin embargo, la relación que mantenemos con la comida, puede ofrecer información relevante sobre otros aspectos vitales.

La psicología de la nutrición y la alimentación, son dos ciencias unidas, ligadas por un nexo común la relación que se establece entre la mente y el alimento. Por tanto la psiconutrición pone el foco en nuestra relación particular con la comida. Cultura, sociedad y entorno, influyen con vehemencia en nuestras elecciones culinarias y nutricionales, así como en nuestros hábitos. Aparte de estos factores, existe una clara e importante relación entre lo que comemos, como lo comemos y nuestras emociones.

Evidentemente no todo el mundo mantiene una mala relación con la comida, para tener claro que existe algún problemilla, es necesario prestar atención a ciertas conductas o hábitos, su recurrencia y en que casos sucumbimos a los placeres gastronómicos. Si te identificas en alguno de los puntos que vamos a señalar a continuación, es posible que necesites la ayuda de un psicólogo de la alimentación, veamos cuales son esos aspectos:

  • Has realizado dietas en reiteradas ocasiones a lo largo de los años sin obtener resultados.
  • Sabes lo que es bueno comer pero no lo comes.
  • Sufres ansiedad por comer, picoteas o comes de manera compulsiva.
  • Recurres a la comida cuando te sientes triste, te enfadas o estas aburrido.
  • Tienes pensamientos recurrentes y preocupación por la comida.
  • Sientes que pierdes el control con la comida.
  • La comida es una forma de castigarte.
  • La comida es tu única fuente de placer.
  • Sientes una adicción por la comida.
  • La baja autoestima impide que cambies los hábitos alimentarios.
  • Tienes una relación conflictiva con tu cuerpo.
  • Tu felicidad está ligada a la pérdida de peso.

Ante cualquiera de esos aspectos y sentimientos respecto a la comida, es posible que necesites algún tipo de soporte emocional que te ayude a determinar el porqué de tu mala relación con la comida.

No llevarte bien con los alimentos no implica necesariamente que no comas, puede ser justo lo contrario: comer demasiado o alimentos que no son especialmente saludables. Hasta hace poco, los únicos problemas relacionados con la alimentación que pasaban por ser necesario resolver con ayuda profesional, eran los trastornos de la alimentación de mayor gravedad, como la anorexia, la bulimia o la vigorexia, entre otros. Perdiendo el punto de origen que parte de una mala relación con la comida, a causa, generalmente de nuestras emociones.

Cuando comer con el paladar no es buena idea

Muchas personas no comen en función de sus necesidades nutricionales reales. Comen porque su paladar les incita a ingerir alimentos de forma descontrolada. Esto que puede pasar por un acto cotidiano en muchas ocasiones, puede resultar algo muy perjudicial para la salud, sobre todo cuando se produce un abuso de comidas o alimentos con bajo valor nutricional y alto contenido en sustancias poco saludables como grasas saturadas o azúcares. Nutrientes ambos que por si mismos, ya generan la suficiente adicción para el paladar.

El abuso de comer por placer puede ejercer un efecto contradictorio, como hacer que nos sintamos más cansados y por tanto, busquemos más comida para obtener energía, además de provocar problemas de salud. Comer con el paladar es una conducta relacionada con el placer. Entran en juego el sistema de recompensa y la dopamina que lo media, ese neurotransmisor que participa activamente en el refuerzo de las conductas placenteras y por lo general, nocivas como el sexo sin control o el consumo de drogas.

No es fácil conocer la pedagogía de la alimentación ya adherirse a ella, pero en muchos casos, cuesta mucho hacerlo, debido a un sinfín de causas: falta de motivación, objetivos poco realistas, creencias de autoeficacia negativas, exposición a estímulos interferentes y, lo mas común, una baja autoestima.

Aunque muchos lo nieguen (es difícil ver el bosque cuando el árbol no te deja), la relación existente entre la comida y las emociones es tan clara como obvia y patente. En momentos de inestabilidad emocional quien más y quien menos, siente una propensión mayor a consumir alimentos grasos y azucarados. Esto no es saludable ni favorece el control del peso que a veces, nos preocupa más que estar bien a nivel nutricional. Hacer uso y abuso de la dieta para mantener calmado a nuestro estado emocional se denomina, alimentación emocional y no, no ayuda a que las emociones sean más fuertes.

A la hora de cumplir con una dieta, las variables emocionales y psicológicas son importantes, puesto que para muchos no se trata de un camino fácil. La privación de alimentos que gustan al paladar más que al organismo, produce estrés y ansiedad a más no poder. Por otro lado, es necesario entender el comportamiento humano, tan predecible y voluble a la vez: cuando estamos ansiosos o tenemos algún problema emocional, la respuesta es hincharse a comer. Además del papel que el estrés desempeña en los problemas anímicos que inducen a una masiva ingesta de alimentos.

Esta más que establecida la relación existente entre problemas de índole mental como la depresión y los atracones. Es frecuente que las personas sumidas en depresión, se den a la buena vida procurándose atracones desproporcionados. La razón es sencilla de entender. Muchos de los alimentos que se ingieren en estados de depresión o emocionales, incluyen triptófano entre sus nutrientes, este aminoácido es esencial para liberar la serotonina cuyos bajos niveles, se asocian a la depresión y la obsesión. La falta de esta hormona, produce efectos negativos sobre el organismo, como pueden ser la angustia, la tristeza o irritabilidad. El cuerpo no es capaz de producir triptófano por lo que hay que obtenerlo de la dieta. Lo que se traduce en que los alimentos que contienen este aminoácido, se consideran como antidepresivos naturales.

Son numerosos los estudios que relacionan a la serotonina con la sensación de bienestar, la relajación, el sueño, la autoestima alta, concentración y mejor estado de ánimo. Además de tener una función de gran importancia en el cerebro, pues establece el equilibrio que debe existir entre otros neurotransmisores como la dopamina o la noradrenalina. Algunos alimentos ricos en triptófano son el pavo o el pollo, la leche, los huevos, el queso, pescado, tofu, soja, frutos secos o chocolate (si, chocolate, el antidepresivo por excelencia, ahora ya sabes porque).

Debemos decir que comer por placer no es necesariamente patológico. No pasa nada por darse un capricho de vez en cuando. Ni hay que renunciar a comer exquisiteces o productos poco saludables pero igualmente sabrosos. El problema aparece cuando el placer por comer predomina sobre el comer por alimentarse, dejando a un lado las necesidades nutricionales de nuestro organismo. Comer porque nos lo pide nuestra tristeza no es bueno. Si lo piensas, cuando te sientes feliz, te olvidas de la comida. Por algo será.

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
Más comentados
Scroll al inicio