Envases y consumo responsable van de la mano

Los envases en los que se mantienen y conservan los productos elaborados para consumo humano (o animal), juegan un papel fundamental en lo que se considera consumo responsable. No se puede ser muy ecofriendly si tiras al suelo el envoltorio del chicle que te has comido o la servilleta de papel con la que te has limpiado. El consumo responsable es una cadena que se inicia con la adquisición del producto y finaliza con su correcto desechado.

Tanto si eres muy eco, como si solo eres lo justo o nada, es interesante estar al tanto de lo que se considera como el consumo responsable, el reciclado y todo lo que supone un beneficio para la sociedad, incluyendo el medioambiente que nos sustenta, sin que seamos plenamente conscientes. Por lo tanto, no importa si eres amigo de lo ecológico o no, en este artículo, vamos a acercarnos a lo que supone este concepto, a entender la diferencia entre desechable y biodegradable y aprender a ser más responsables en el consumo.

A la hora de catalogarse como ecofriendly, hay que tener claros algunos conceptos. En ocasiones, asociamos lo desechable a la contaminación y no debe ser así necesariamente. Es normal la confusión, les sucede a los más ecologistas, por lo que nos hemos ido a Chiwawap que entienden de productos desechables para alimentación entre otras muchas cosas más, para entender las diferencias. Conociendo las diferencias entre estos renovados conceptos, es más fácil ponerlos en práctica y, poco a poco, ayudar al planeta a que se encuentre mejor. Por si no nos damos cuenta de cómo lo enfermamos con nuestras actuaciones…

Sabemos que el plástico tiene mala fama. Parece el demonio que mata al planeta con su lenta y duradera contaminación. Sin embargo, no siempre es así. Algunos plásticos, son biodegradables, de ahí que tengamos que entender bien el concepto. Así que, allá vamos.

Desechable, biodegradable, ecofriendly

Retomamos el asunto del plástico. A pesar de lo que nos cuentan, como siempre la parte mala, algunos plásticos, se consideran biodegradables. Esto quiere decir que se deshacen sin dejar huella de contaminación en la naturaleza. Está claro que este tipo de plástico es diferente de otros tipos, en particular porque se desintegran por los microorganismos y se transforman en agua, dióxido de carbono y biomasa. Plásticos hay muchos y de muchos tipos. En este caso, hablamos de los biodegradables, pero la mayoría, son reciclables.

Lo que quiere decir en esta circunstancia en particular es que esto plásticos, catalogados como biodegradables, no contaminan. Este ejemplo es uno de los muchos que hay sobre productos biodegradables.

Empecemos entonces por lo que se considera desechable. Este tipo de productos son básicos en nuestra sociedad. Desde principios del siglo XX, la llegada de los productos desechables ha supuesto un antes y un después. Con la llegada del siglo XXI, la preocupación por la contaminación y un claro intento por minimizarla, ha derivado en una disminución en el uso de artículos de usar y tirar. Esa es la característica principal de los artículos desechables: se usan y se tiran sin mayor miramiento.

Ejemplos de productos y artículos de esta categoría hay muchos. Se caracterizan precisamente por ser de un solo uso. Se tiran y se sustituyen por uno nuevo. Bolsas de plástico, envoltorios, latas, cubiertos de plástico, etc. Lo normal es que se trate de bienes de uso que se adquieren en gran cantidad, se utilizan rápidamente, como las tollas de papel o las bolsas de basura, pero también puede tratarse de artículos más personales como las compresas o maquinillas de afeitar.

El término desechable, alude a cualquier artículo de los que utilizamos en nuestro día a día y del que nos deshacemos tras su uso, porque ya no nos sirven.

Ahora pasamos a la biodegradabilidad. Este término acumula seguidores, puesto que se trata de una medida de la rapidez y naturalidad con la que un material se descompone ante una exposición a materia orgánica. Es decir, se utiliza este término para describir materiales que pueden descomponerse de manera natural, cuando se encuentran en un entorno que cuenta con las condiciones adecuadas.

Existen diversos factores que intervienen en este proceso de biodegradación, como puede ser la temperatura, el nivel de pH y la presencia de microorganismos. Este proceso puede realizarse mediante procesos químicos que se producen a consecuencia de los microorganismos o bacterias que aparecen en los materiales debido a la humedad, el calor y otros aspectos.

En otras palabras, algo se considera como biodegradable cuando se descompone de manera natural en la naturaleza. En tanto que algunos materiales biodegradables pueden tardar unos meses en alcanzar la descomposición, otros pueden descomponerse con mayor rapidez. Como ejemplo, retomamos los plásticos biodegradables que pueden descomponerse en partículas pequeñas, fácilmente eliminables del suelo o el campo.

No sucede lo mismo con otros materiales como los pantalones vaqueros que pueden tardar años en descomponerse del todo, por lo que no se consideran biodegradables. Una de las virtudes más importantes de un material es su composición molecular. Esta hace referencia a los tipos de productos químicos que lo componen. Por ejemplo, existen materiales, compuestos principalmente por carbono que tardarán más en degradarse que los que están compuestos mayormente por oxígeno.

Podemos hablar de materiales biodegradables cuando hablamos de envases de alimentos como el plástico o el papel. Materiales compostables como las bolsas de plástico compostables, los plásticos biológicos compostables o la ropa sostenible como toallas de algodón o camisetas orgánicas. También existen materiales de construcción biodegradables como la madera o el bambú.

Así mismo, las prácticas agrícolas biodegradables pueden ayudar a que el ritmo de descomposición de estos materiales, se acelere. Por ejemplo, el ganado contribuye a la descomposición de los plásticos biodegradable mediante procesos digestivos. En resumen, los materiales biodegradables, constituyen una herramienta fundamental para la conservación del medioambiente y la vida sostenible.

Amistad con el medioambiente

Tener una alianza con el medioambiente nos beneficia a todos. Enemistarnos con el planeta por abusar del mismo, no tiene mucha razón de ser. De ahí que el término ecofriendly se haya extendido cada vez más. No se trata de un homónimo de ecológico como algunos gustan decir, sino como literalmente se traduce, amigo de lo ecológico que va un paso más allá. Las personas o productos ecofriendly son amigas de lo ecológico y por ende, del medioambiente y del planeta.

Esta alianza amistosa con el ecosistema, el medioambiente y, por lo tanto, nuestro planeta, solo puede reportarnos grandes beneficios. Sin embargo, hay que actuar en consecuencia y ser todo lo ecofriendly que se pueda. Esto es sinónimo de proteger el planeta, el medioambiente y actuar de manera sostenible y consecuente.

Un ejemplo de lo que supone ser ecológico es el reciclaje, algo más que evidente. Pero existen muchas formas de serlo, como el consumo responsable, la compra de artículos que contaminen poco, ya sea en su producción como eliminación, así como procurar que sean reciclados aunque sea en parte y, por supuesto, reciclables.

Otra forma de ser ecofriendly es utilizar bolsas compostables o de papel a la hora de acudir al supermercado. Si llevas tu propia bolsa de tela o material reutilizable o un tuper, mejor que mejor. Utilizar medios de transporte poco contaminantes, el transporte público, la bicicleta o invertir en un coche eléctrico, son igualmente, formas de actuar de forma amigable con el planeta.

Para averiguar el impacto que uno mismo produce en el medioambiente, es posible conocer la huella de carbono personal, utilizando herramientas creadas para saberlo y poner solución a este problema mundial. No obstante, tanto si conoces tu huella de carbono como si no, te dejamos algunos consejos para ser ecofriendly.

El primero que podemos citar es de fácil aplicación, elegir productos más ecológicos en la compra, como fruta y verduras de procedencia eco. Apoyar prácticas ecológicas, evitando las pajitas y recipientes de plástico. Comprar de forma responsable artículos como ropa o accesorios o hacerlo en tiendas que apuestan por la sostenibilidad que te dan parte del trabajo hecho. Otra manera de ser ecofriendly es mejorar el transporte en el que te mueves, caminar o ir en bici son las opciones más saludables, pero compartir coche o coger el tren, no están mal. Leer las etiquetas de los productos y elegir los que no contaminan o lo hacen en menor medida. Reciclar y educar en materia de lo sostenible.

No importa el estilo de vida que uno lleve, siempre se puede marcar la diferencia y optar por los productos más sostenibles para nuestro planeta. Ya sea cogiendo el transporte público o comprando productos de proximidad. Poco a poco se hace mucho.

Ahora que ya tenemos claro lo que es biodegradable y desechable, podemos determinar el tipo de productos que queremos en nuestro día a día. Si consideramos los productos desechables como un desperdicio a todos los niveles, será más fácil cambiar nuestra actitud y costumbre, en beneficio de los productos biodegradables que tienen una vida más allá de aquella para la que han sido concebidos.

En conclusión, el planeta es de todos y para todos, por lo que hay que cuidarlo de la mejor manera posible y todos tenemos un deber para con él. Ecofriendly o no, está en nuestra mano poner nuestro granito de arena.

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