En los libros de texto, la historia suele resultar un plomo difícil de asimilar. Al menos eso pasaba años atrás, cuando tocaba estudiar esta asignatura y no conseguías centrar tu atención en esas páginas en las que solo había datos y más datos, aderezadas con alguna imagen poco atractiva visualmente. Eso no invitaba al estudiante a sentir mayor interés por la historia de la humanidad que el necesario para pasar aprobar la asignatura y pasar de curso. En el mejor de los casos, contabas con un profesor o profesora, animoso que impartía sus clases, atrapando la curiosidad de sus alumnos e invitándolos a seguir ahondado en nuestro pasado.
Uno de esos periodos épicos y apoteósicos de la historia de la humanidad, era la Edad Media. Esa decena de siglos apelmazados en los que ocurrió de todos y de los cuales disponemos de documentación bastante certera que corrobora los hechos. Esta época inquietante y atrayente, suele atraer mucho en la actualidad. Nos gusta evocar esos banquetes medievales, visitar lugares donde piedra y madera den como resultado impresionantes construcciones… Viajar a la Edad Media nos gusta, aunque sea a través de las películas que nos transportan a los mundos de príncipes y princesas, caballeros valientes y damiselas en apuros.
Espadas, escudos, armaduras, ferias medievales… siguen vigentes en la actualidad. No es difícil encontrar todo este atrezo e indumentaria en tiendas como Armas Medievales en las que puedes adquirir todo lo que en esa época, se estilaba. Pero la cultura medieval es mucho más que esos cuentos e historias de princesas y castillos. La cultura medieval es el conjunto de manifestaciones sociales, políticas, económicas y culturales que confluyeron en ese período que abarco del siglo V al XV. Período histórico considerado como una época de oscurantismo y retroceso cultural. A medio camino del esplendor de la antigüedad grecorromana y el Renacimiento de aquella cultura occidental clásica anterior.
Aspectos que definen la cultura medieval
Actualmente, se reconoce la cultura medieval como algo de mayor complejidad que, pese a estar caracterizada por una estricta vigilancia religiosa por parte de las crecientes instituciones cristianas y un elevadísimo nivel de pobreza (sobre todo en el ámbito rural), unido a la desigualdad y el analfabetismo, dejó para la posteridad, diversas y variadas manifestaciones culturales y artísticas.
Esta cultura, en la actualidad bastante mejor considerada, abarco del siglo V al XV en Europa. Considerada como esa época oscura y decadente, fue principalmente rural y se originó en las tierras agrícolas en posesión de los señores feudales que sentían gran arraigo a sus vínculos de vasallaje con otros señores o el propio rey.
Por aquellos tiempos, clero y nobleza, constituían los estamentos más privilegiados de la sociedad, contando con sus propias normas de conducta. Siervos y campesinos, trabajaban los campos y a su vez, contaban con sus propias costumbres. Esta cultura, originó el resurgimiento de la vida urbana y el nacimiento de las burguesías mercantiles que hicieron posible la extensión de las relaciones comerciales a lo largo del mar Mediterráneo. Durante esta época tuvieron lugar innovaciones a nivel filosófico, técnico y científico, eso sí, siempre bajo la atenta y acechante mirada de la Iglesia y la Inquisición.
El papel de esta y la religión fue el eje central de la cultura medieval que se regía por una elevada moralidad que en realidad, no era tal. La concepción teocéntrica de la sociedad no hacia otra cosa que legitimar la desigualdad social. Por otro lado, en cuestiones artísticas, el legado que nos deja el medioevo, viene por igual, determinado por la doctrina cristiana aunque se permitió el desarrollo de estilos tan importantes como el románico y el gótico.
Se trata de un período largo que abarcó casi mil años de historia. Su inicio se produjo con la caída del Imperio Romano de Occidente, a consecuencia de las migraciones e invasiones sufridas durante el siglo V. Finalizando con la caída de Constantinopla a manos del Imperio Otomano en el año mil cuatrocientos cincuenta y tres.
Se compone a su vez de tres periodos: la Alta Edad Media entre los siglos V y X; la plena Edad Media, entre el siglo XI y XIII; y la Baja Edad Media, entre los siglos XIV y XV.
Es fácil reconocer en Europa, las características generales de estos periodos aunque existen diferencias notables entre todas ellas, por lo que las descripciones respecto a este amplio período histórico deben ser entendidas como generalidades que se pueden matizar.
Durante gran parte de este periodo, la Europa occidental, contaba con una sociedad organizada en un régimen feudad de posesión de tierras basando sus relaciones en el vasallaje. Las tierras eran posesión de los “señores feudales”, por lo general, reyes o nobles que cedían partes de la misma, conocidas como feudos, a sus vasallos, a cambio de que estos les ofrecieran lealtad y prestaciones militares. Las tierras eran trabajadas por campesinos sometidos a servidumbre resultando el sistema conocido como feudalismo.
Se trataba de una sociedad eminentemente rural que se sostenía a nivel ideológico, por la Iglesia. Los clérigos, podían ser señores feudales como cualquier noble y su poder era muy grande. Esta ideología eclesiástica, proponía que la diferencia de estamentos en la sociedad medieval venía siendo determinada por Dios. El clero tenía la función de orar, la nobleza, la de luchar y, los siervos y demás, la de trabajar.
Esta sociedad desigual a todos los niveles, impedía la movilidad social. Aunque en algunos momentos de la época, ciertos sectores de la baja nobleza podían aspirar a más. La crisis del siglo XIV, cuando la Edad Media empezaba a agonizar, favoreció la liberación de los siervos y propicio la mejora de las condiciones laborales de los campesinos. Del mismo modo que el crecimiento de las ciudades, impulsó la prosperidad de la burguesía mercantil y la expansión comercial.
Diversidad política y cultural
Algo que caracteriza a este período, es la fragmentación política que se vivía entonces. Los reyes tenían, en numerosas ocasiones, menos poder fáctico que sus vasallos que se erigían como señores feudales con autoridad plena sobre tierras, siervos y campesinos. La defensa contra las invasiones que procedían del exterior y los conflictos entre los señores feudales, no hacían si no fomentar la construcción de murallas y castillos para marcar esas diferencias.
Aparte de esta incongruente fragmentación política, existía una gran diversidad cultural en función de la región europea. Las migraciones fueron uno de los aspectos más característicos del continente, desde la caída del Imperio Romano. Por esta razón, la Europa cristiana estaba compuesta por poblaciones de diverso tipo: hispanas, visigodas, romanas, britanas, normandas, anglosajonas, etc.
Aun estando presentes las notables diferencias entre la religión cristiana y el reconocimiento a la autoridad del Papa, se otorgaba una identidad generalizada como cristiandad al continente. Esta identidad, fue consolidada durante las Cruzadas en oposición a las poblaciones de religión islámica que se consideraba como pagana.
Esto nos lleva a la iglesia y el teocentrismo que imperaba en la época. Reinos y nobleza, se identificaban como pertenecientes a una misma cristiandad que respondía ante la máxima autoridad, reconocida en el Papa. Esto, evidentemente, no impidió que se generaran conflictos de forma continua. Los reyes, en teoría, se encontraban por igual, bajo la autoridad del sumo pontífice, podían ser consagrados por otras autoridades eclesiásticas, pero siempre existía tensión entre reyes, emperadores, nobles y papas.
Sin embargo, esta identidad religiosa, ganó en intensidad a partir de episodios como la Reconquista de la Península Ibérica y las Cruzadas. Hechos históricos de gran importancia que contribuyeron a marcar la oposición entre el occidente cristiano y el oriente musulmán pagano. Estos momentos, dieron lugar al nacimiento de órdenes religiosas de monjes guerreros, como los templarios o los rosacruces. Surgieron al mismo tiempo, diversas órdenes monásticas y medicantes.
En cualquier caso, la doctrina que imponía la Iglesia Católica, tenía una influencia total en cuanto a usos, costumbres y leyes de la sociedad del medioevo. La Inquisición era la encargada de investigar y condenar (de muy mala manera) los casos de presunta herejía, esto era cualquier desviación de la ortodoxia católica según su criterio. El teocentrismo se manifestaba en el arte y el pensamiento. Las enseñanzas de las universidades se centraban en subordinar la razón a la fe, favoreciendo la idea de que Dios era todo. El arte representaba temas cristianos para promulgar dicha doctrina.
En resumidas cuentas, tanto la política, ampliamente fragmentada, como el arte, se veían fuertemente influidos por la religión cristiana. Siendo este último promovido y vigilado de cerca por la Iglesia. Fruto de este período, encontramos tres etapas o estilos diferentes: prerrománico entre el siglo V y X; románico, del siglo XI al XII; y gótico, en los siglos XII a XVI.
Cabe recordar que la mayoría de la sociedad medieval era analfabeta, por lo que todo lo escrito, tanto piezas literarias como reflexiones o filosofía cristiana e incluso la poesía, eran cosa del clero. La composición de los cantos y relatos épicos de caballería, como los cantares de gesta centrados en figuras heroicas como el Cid Campeador, eran por igual, portadores de la doctrina cristiana.
La Edad Media es mucho más que todo esto. Llena de matices, detalles y una gran complejidad que nos llega a través del arte y la historia. Solo hay que adentrarse en ella.